Los adioses
II
Abraham engendró a Isaac,
e Isaac engendró a Jacob
y Jacob engendró a Judá
puede
leerse en lengua extraña
sobre los
Rollos de Qumrán
hallados a
orillas del Mar Muerto
¿Qué
escriba cantará nuestro origen vulgar
y nuestra
ínfima gloria,
quién
hablará de nosotros
cuando
hayamos caído ante las pestes del siglo?
Ni Ítacas
gloriosas
ni Judeas bienaventuradas
hallaremos inscritas
en nuestra heráldica
me temo.
Y en cambio
más de un asesino y un ladrón
podrán
contarse entre los míos.
Prevaricadores
usureros
hombres que
cambiaron sus almas
por un poco
de vino
y dijeron mi
nombre y besaron mis cabellos
en el sopor
de la ebriedad:
tal fue mi
infancia.
¿Qué sueños
qué
cegueras
animaron el
curso de esta genealogía condenada a la muerte?
¿Quién
hablará de ella con justicia,
quién de los
amores proscritos
de las desobediencias
que inauguraron nuestra estirpe
y su propia
vergüenza:
mujeres que
engendraron serpientes
en moteles
oscuros
mientras sus
hermanos veían azorados
el
cumplimiento de la ley?
Nadie se
salvará del nombre de su sangre
nomen et omen
Soy el
último entre los míos
y no duraré
lo suficiente para escribir la historia gozosa
de nuestra
ruina.
¿Qué huella
quedará de esta familia y sus pequeñas batallas
a dónde
irán a dar sus secretos dilemas
los eventos
gloriosos y ridículos
que dan
espesor a la fábula inofensiva de nuestra sangre?
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