domingo, abril 15, 2007

Ahn Penh

Ahn Penh está de pie frente a un edificio

de ventanales ahumados

Pain y Brodway

noche de carnaval

las manos dentro de los bolsillos

del impermeable azul

llovizna


yo estoy a sus espaldas

uno entre la muchedumbre

e invisible

y pienso

este es Ahn Penh

el vietnamita

con quien he bebido Ruou

y hablado

largas noches

sobre los verdes arrozales

que hubo, alguna vez, en Saigón


pienso, este es Ahn Penh

el vietnamita

que nació en las planicies de Keh San

la noche

que los perros ladraron

hasta que el cansancio

o el hambre

les hizo enmudecer


el prófugo

que una vez en Hanoi

mató a un hombre

cuyo ojos no ha podido olvidar


este es Ahn Penh

mi amigo

que escapó de prisión

y se ocultó en Angkor Wat

en un manto naranja

y dijo sus plegarias

y meditó

y estuvo a punto

de entender


esa noche, entre otras cosas,

hablamos de historias de naufragios


¿habrás oído de Jonás

el vientre

de la ballena increíble?


―pregunt
é


No,

―dijo Ahn Penh―

pero estuve en mar abierto

catorce días a la deriva

en una balsa

hecha con cocoteros

hasta que un barco alemán

me rescato de la muerte


vi niños

como flores quemadas

bajo las nubes rojas de napalm


y mujeres y hombres

pudriéndose obscenamente

como grandes vejigas inflamadas

a la vera de los caminos

y multitud de moscas

y gusanos

y sangre

sobre la tierra


pero esta tarde sólo estamos en silencio

en una esquina del mundo


Pain y Brodway


y yo veo a Ahn Penh

mi pequeño amigo vietnamita

en este río de luces y gritos

que es la calle

encender su cigarro aspirar

lentas profundas bocanadas

frente a los grandes ventanales ahumados

y pienso

por un momento

que su imagen

es la única posible

esta noche en el mundo


pienso también

súbitamente

en el Mekong

en el torrente de los nueve dragones

que extiende en el delta su fronda increíble

su diseño de árbol infinito

como si yo mismo hubiese estado ahí alguna vez

bajos sus aguas

o como si hubiese estado oculto, quizá,

entre los grandes platanares de la rivera

con el fusil al hombro

asechando a nuestros enemigos


catorce días estuve a la deriva

en mar abierto

hasta que un buque alemán me rescató

huía de la cárcel y la muerte

me dijo Ahn Penh, el vietnamita

la noche que nos emborrachamos

con Ruou

y tequila


ahora, después de todo eso, mi mujer me abandonó

y vive en otra patria con un extranjero

veo a mis hijos

sólo una vez al año

y estoy solo

profundamente solo

y triste

me dijo Ahn Penh

y un llanto profuso

bajaba por su cuello

hasta humedecer su camisa


¿crees que se pueda ser feliz

más de una vez, sobre la tierra?

―dijo al fin―


―No―

esa fue mi respuesta


pero eso sucedió hace tiempo

ahora

uno al lado del otro

en silencio

vemos los carros alegóricos

avanzar entre la muchedumbre

como gigantes torpes

y hermosos


las muchachas

silban y bailan

sobre sus sandalias plásticas

y los jóvenes siguen el salto rítmico

acompasado de sus senos

mientras un hombre vomita en una esquina

y las gaviotas pasan

allá arriba, mucho muy alto

sobre todos nosotros


Ahn Penh y yo

uno al lado del otro

no decimos palabra


Ahn Penh y yo

estamos aquí como dos hombres

que una tarde cualquiera

se han reunido en una esquina del mundo

para estar en silencio solamente


y por eso, mientras observamos la vida surgir

de las pequeñas y de las grandes grietas

y pasar frente a nosotros

como un gran carro vistoso y colorido

y luego marcharse, finalmente, en línea recta

hasta desaparecer

sólo aspiramos lentas profundas

bocanadas de humo

y no decimos nada

1 Comments:

Blogger Óscar David López said...

Bocasnadas.
Bocasllenas.
Bocas y entrepiernas.

=)


Ahh pendejo!

Debió comprar un JPS.


Òudi-Ló

11:56 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home