Hiroshima
ésta es la flor incandescente de la ira de dios
su singular fragancia de carne chamuscada
su impávida corola
los pétalos de su cegadora luz
su delectable nombre:
Hiroshima
éste es el día de los ciento veinte mil cuerpos
no hubo testigos para los ríos de sangre
no hubo gritos:
porque súbitamente los ojos fueron polvo
las gargantas
los corazones todos
en un mismo latir se consumieron
fue luego el cuerpo sólo una mancha gris
de aceite en la banqueta
nadie pudo imaginar la forma del horror
en esa oscuridad
o su sustancia
en medio de las llamas
nadie pudo
esa mañana florecieron los capullos de uranio
en la ciudad
dios en los cielos
desde un B-29 sonreía
1 Comments:
que poema devastador. yo siempre le hecho flores a los chamuscados y a usted. un abrazo bro.
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