domingo, marzo 16, 2008

Hernia abdominal

Fuera de mí
transido y roto
amoratado
un río solar que se desborda
desde el centro del cuerpo
y avanza despacio
retorcido

un grito de angustia las paredes rasgándose
del músculo deshecho
la ruptura ventral de las cosas secretas
que de pronto despiertan
anunciándose
surgiendo
a través de la carne abierta y dolorida

algo de primordial
de ruda flor su crudo nombre
pronunciado tan solo en las destazerías
arrojado a los perros
salvajemente vapuleado
destinado a las moscas
y al olvido

algo de vegetal
la oculta forma oscurecida
de tubérculo blando haciéndose constante
y deshaciéndose

¿cómo no admirar mis intestinos desbordados
pese a todo
la brutal forma de las vísceras
su presencia de bestia inacabada
adormecida
que bajo la piel ahora se insinúa
con un pulso quemante?

¿cómo no maravillarme ante mis tripas
que curiosas del mundo
bajo el ombligo se asoman
y me matan?

toman la forma de mi mano
si presiono mi vientre dolorido
se acodan mansas
primero
se acomodan
y regresan despues
a sus recámaras

luego surge otra vez
con sus fibras pulsando
el corazón abdominal
de su misterio

¡ay la metafísica intestina serena
tan tirana!

¡ay de este espasmo que no cabe en el cuerpo
y en la forma de otro río
a su vez se desborda!

¡un éxtasis non sancto de lágrimas y gritos y promesas!

¡ay de este dolor que tan carnal me aniquila
y me contraria!

Cuánto de sangre y carne y secreciones
estas pobres palabras
que ante la contundencia del cuerpo
tan flacas
se arrodillan.

viernes, marzo 14, 2008

de los origenes de las cosas

un guiño del azar
una chispa que nadie impredecible
en la oscuridad enciende
y luego deja
transformarse en incendio
y apagarse

un gesto ciego el mecanismo que genera las formas
el rito secular de las apariciones
la inconstante plenitud de las cosas
deshaciéndose

tal es su gratuidad:

la voz de la semilla la quietud quebrantando
tercamente
o el ritmo de la pulpa en su edad consumiéndose
serena

la fórmula insondable de las constelaciones

sólo un hilo de sangre
esta certeza intestina de saberse

― he de creer ―

sólo un golpe de suerte el breve fuego
en las sombras despacio silenciándose

tal es el lazo que al principio nos ata
débilmente
y no otra cosa
nos empuja al vacío

solo un velo de humo estas palabras
una fábula
un guiño del azar
una chispa que nadie