Locus amoenus
ofreciéndose
al calor del verano
abierta y
olorosa y dulce y encarnada
casi
impúdica
amarillea
la pulpa de los mangos
a la húmeda
vera de la memoria
y punza en
el paladar su suave médula
danzan los abejorros sobre el espejo de agua
y bajo la
superficie
repite la
mirada incesante
de los
peces
su febril
movimiento
balan también los rebaños a la orilla de un río interminable
y libres de
la ruda montura descansan sus ancas los caballos
a la sombra
del saúz
cantan los mirlos
verdean las altísimas frondas de los álamos
en la frágil plenitud del día fugitivo
tiernos e impúberes junto a los duros hombres
muchachitos en flor entre los tensos juncos de la rivera
otros
breves dulzores probamos del estío caluroso
otros dolores:
el perenne malestar de la carne
otros dolores:
el perenne malestar de la carne
y su ahíta alegría
severos cabalgan los jinetes
severos cabalgan los jinetes
—diríase—
jóvenes potros sobre el
prado florido
hasta
domarlos
pesa el recuerdo huidizo lo que pesa
el convulso tremor de un hombre a las espaldas
polvo en los labios
sabe aún a lo que sabe
la salobre saciedad del cuerpo
polvo en los labios
sabe aún a lo que sabe
la salobre saciedad del cuerpo