Fin de fiesta
A los 40 años todo el pan repartido
y la carne
a diestra y siniestra
con el frenesí de quien vislumbra
detrás de las ventanas
el alba mounstruosa dibujándose
creciendo en cada puerta clausurada
de una calle infinita
y apuramos el vaso como quien jala el gatillo
y en ese último sorbo le va la vida entera
Angustia
nadie aún, en tantísimas horas
nos ha dicho te amo entornando los ojos
y la noche ya acaba
y la noche ya acaba
y la noche ya acaba
y aunque sobra aún el licor
y los confites
y el deseo es una sombra a la que le crecen inúmeras cabezas
-cada una más deforme que la que le precede
o viceversa-
cesa la música como cesa la vida
de pronto
cesan la palabra y el ritmo
-como polvo, como sombra, como nada-
se hace la luz en medio de la fiesta
como el juicio de Dios se hará sobre los hombres
y vemos
en medio de un mar de serpentinas y guirnaldas
nuestra propia miseria a la deriva:
ínfima, innoble, desasiada
y del ímpetu que hace unos segundo movía estos miembros
sobre la pista
queda un creciente escozor dentro del cráneo
sordina de todos los noes que ahora zumban
y se arremolinan
y escuecen como sal sobre la herida
y en última nota jubilosa
clausuran el concierto
¡Ay, los arrpentimientos de la hora última!
frágiles como el día que ya comienza a teñir las cortinas
y la cómica desventura de los ebrios sobre las baldosas:
ay pudimos haber sido, dios mío, si tan sólo, si...
Es la hora en que callan los profetas
los santos abandonan el lecho de las impúberes
y el hijo pródigo
balbuceante
regresa malherido a los brazos de la madre
que ya ha comenzado su faena:
"madre, yo era un hombre de fé
y un apasionado de la verdad sobre la pista
y un exegeta de los misterios
y un mártir
y pude haber llevado a las naciones a la nueva tierra
prometida
bailando como un solo cuerpo"
volvemos a casa y el día ya enciende las pupilas
a la luz cenital
y sobre los restos de la antigua camaradería
y los antiguos sueños
sobre los restos de la alegría súbita
y todo el deseo
y los poemas exultantes
y la música
y las declaraciones de principios
y las poéticas evangelizadoras
y nuestra pureza
hace
tanto
germinan hierbajos inútiles
bellos
sí
concedo
pero inútiles