sábado, abril 28, 2007

Kentaro

Sentados a la sombra de un gran oyamel de hojas aceradas

en una de las bancas del Carson Park

Kentaro ha referido para mí, esta mañana, la historia de Buda


“…y un elefante blanco descendió desde el cielo

y entró por su costado mientras la reina dormía:

en la trompa transportaba la hermosa flor de loto

de cuyo néctar Buda, el príncipe, sería engendrado…”


luego nos tumbamos sobre el pasto

y terminamos nuestros dátiles secos en silencio


hemos venido aquí muy brevemente

―interrumpió Kentaro suspirando―

hemos venido a este mundo que sufre y clama

solamente un segundo

sólo un segundo sobre la tierra



luego cerró sus diminutos ojos

y cruzando las delicadas, blancas manos orientales

a la altura del pecho

sin mirarme

dijo un mantra


Asato mā sad gamaya

Tamaso mā jyotir gamaya

Mtyormā amtam gamaya

Aum śānti śānti śānti


y continuó:


hoy, al despertarme, he pedido ser un bodhisattva

y ayudar a los otros en la búsqueda

de la revelación


la luz, a través de la fronda de los viejísimos árboles

dibujaba en móvil, frágil claroscuro

las diminutas hojas en el césped del Carson Park


en la avenida

el semáforo cambiaba del verde al amarillo

y luego al rojo

en un par de segundos


Yo recordé, esa mañana, las palabras que había dicho el poeta

alguna vez:


"No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí

aunque sea jade se quiebra

aunque sea oro se rompe

aunque sea plumaje de Quetzal se desgarra

no para siempre en la tierra: sólo un poco aquí"


"flores y cantos al dador de la vida"


Pero no pude compartirlas con Kentaro.


Deseo que puedas ser un “bodhisattva”

―agregué solamente―

era momento de regresar a trabajar.

jueves, abril 26, 2007

Comida rápida

Hierve el sésamo

saltan en el wök, crepitan

pequeños fragmentos de jengibre

y ajo


humean las cacerolas sobre la estufa grasienta

hay frijoles de soja

y hongos

cocinándose


grandes, calientes nubes de vapor

llegan al cielo raso al destapar las cazuelas


hay sangre y vísceras y plumas

en el zinc de acero inoxidable


en el fondo del contenedor de la basura

silencioso

parece mirarme con sus ojillos tristes

la cabeza de un pato

a veces la de un pez


aquí, en la cocina, ocultos a la vista

de apresurados comensales

todo crepita y arde

violentamente

sobre el fuego


yo oigo sus voces

sin embargo

escucho los tímidos titubeos frente al mostrador

las preguntas pueriles

algo semejante a una tierna indecisión

que a veces me hace sonreír

y otras simplemente me enfurece


piden mongolian beef

sopa want ton

arroz hervido

y vegetales


a veces solo piden un té


y los complazco

gustosamente

como hicieron los cocineros imperiales

en la provincia de Hunan

hace ochocientos años


carne de oso

manatíes

y leopardos

para el rey y los suyos


flautas de bambú

laúdes

campanillas de bronce


eran las bodas de Kim Shung

el príncipe de los ojos de jade

y el banquete hubo de prolongarse

4 lunas


sólo uno de los cocineros

perdió su cabeza

aquella vez


yo pienso en todo ello

y sonrío al darme cuenta de mi estremecimiento

luego intento enjugar con una jerga

el sudor de mi frente


es el año del cerdo

me han dicho


la caja registradora

no ha dejado de sonar

miércoles, abril 18, 2007

Hacia adentro


Ir hacia adentro

de eso se trata

hacia adentro

hacia adentro

hacia adentro


porque no hay otro lugar

de cualquier forma

que un ciego pueda visitar

o que posea

sino las propia tinieblas que conoce

y en las que alguna luz se guarda

proverbial

sin embargo

se sabe que hay que seguir ese rastro

ya lo han dicho

esa sustancia sepia y pegajosa de los recuerdos

la presencia de esa luz deshaciéndose

temblorosa en las sombras

palabras que una vez nos dijeron

o el eco de esos nombres

que nuestra propia memoria

en ruinas deletrea


hay que buscar el rastro

de aquello que fuimos una vez

o que creímos

la rama sobre la que violentamente florecimos

algún día

como una orquídea que ardió secretamente

en su brevedad terrible


algo en el tacto habrá quedado

también

de alguna noche

es cierto

un signo vencido lentamente a su silencio

la marca de otro cuerpo tatuaje violencia quemadura

que en nuestra piel habita

como una lengua muerta

en el papiro


Ir hacia adentro y regresivo

desde el polvo rotundo

hasta la superficie y la inscripción

labrada en su vacío

el glifo

que una vez fuimos

inconcebiblemente

sobre el mundo:


mira


hay un olor de carne consumiéndose

el aroma de un fruto que desde su propia pudrición

como un viaje a la semilla

retrocede

y germina


sangre que desde el filo salta y desde el miedo

y gira en el aire

y se retuerce

y a hasta la herida abierta

en un grito regresa


palabras que otra vez se hacen cenizas

debajo de la lengua

y noche claridad


huellas que en la arena

una marea improbable devuelve

inumerables

del secuestro


un dios infinito que retorna

a la mortalidad


Ir hacia adentro

y ver esta ciudad

y las banderas

de su rendición blandidas

descender desde el mástil

entre gritos de júbilo

martes, abril 17, 2007

La importancia de las cosas

He estado pensando en la importancia

de las pequeñas y de las grandes cosas

muy seriamente


pensé en la gravedad por ejemplo

en las cucharas

en las nubes redondas

y en las planas

en el gesto que se hace al apretar los labios

sobre los dientes

<>cuando algo duele en el cuerpo

o fuera de él


no soy un tipo muy inteligente

así que únicamente me entretuve

en los detalles visibles

en las intimidades

que obscenamente compartimos

de los objetos


estas son las cosas del mundo

―me dijeron―

<>
y eso me hizo sentir una especie de dicha

diminuta y cierta

como si me hicieran cosquillas

en la planta del pie

o en las orejas

<>así que hoy,

yo que soy en verdad un poco tonto


he pensado
en todo ello

con mucha seriedad


no puedo hablar

es cierto

de las causas metafísicas

de las razones

de dios

o del azar

o del hombres

para que las cosas existan por sí mismas

inobjetablemente


no puedo decir nada

sobre la verdad y el acto y la potencia

de las cosas latentes

o de aquellas que desbordan

su materialidad constante


temo que tendrás que buscar esa luz

en otra parte


pero mira

escucha esto que ahora te diré


esta tarde he visto un pájaro estrellarse

con gran estruendo

en la ventana

y le he visto desplomarse hasta el suelo

y temblar incontrolablemente

en un charquito de sangre

que le manaba por el pico

hasta quedarse quieto

completamente quieto


y he llorado

también incontrolablemente

muchísimo

como un niño

por todos los pájaros que han muerto

en el mundo de esa forma

u otras similares


luego pensé en los hombres

y en dios

y en las cucharas

y las nubes otra vez

con mucha seriedad

hasta que me quedé dormido

y alguien vino

y removió con la escoba

(otro objeto sumamente importante)

el cadáver del pájaro



domingo, abril 15, 2007

Ahn Penh

Ahn Penh está de pie frente a un edificio

de ventanales ahumados

Pain y Brodway

noche de carnaval

las manos dentro de los bolsillos

del impermeable azul

llovizna


yo estoy a sus espaldas

uno entre la muchedumbre

e invisible

y pienso

este es Ahn Penh

el vietnamita

con quien he bebido Ruou

y hablado

largas noches

sobre los verdes arrozales

que hubo, alguna vez, en Saigón


pienso, este es Ahn Penh

el vietnamita

que nació en las planicies de Keh San

la noche

que los perros ladraron

hasta que el cansancio

o el hambre

les hizo enmudecer


el prófugo

que una vez en Hanoi

mató a un hombre

cuyo ojos no ha podido olvidar


este es Ahn Penh

mi amigo

que escapó de prisión

y se ocultó en Angkor Wat

en un manto naranja

y dijo sus plegarias

y meditó

y estuvo a punto

de entender


esa noche, entre otras cosas,

hablamos de historias de naufragios


¿habrás oído de Jonás

el vientre

de la ballena increíble?


―pregunt
é


No,

―dijo Ahn Penh―

pero estuve en mar abierto

catorce días a la deriva

en una balsa

hecha con cocoteros

hasta que un barco alemán

me rescato de la muerte


vi niños

como flores quemadas

bajo las nubes rojas de napalm


y mujeres y hombres

pudriéndose obscenamente

como grandes vejigas inflamadas

a la vera de los caminos

y multitud de moscas

y gusanos

y sangre

sobre la tierra


pero esta tarde sólo estamos en silencio

en una esquina del mundo


Pain y Brodway


y yo veo a Ahn Penh

mi pequeño amigo vietnamita

en este río de luces y gritos

que es la calle

encender su cigarro aspirar

lentas profundas bocanadas

frente a los grandes ventanales ahumados

y pienso

por un momento

que su imagen

es la única posible

esta noche en el mundo


pienso también

súbitamente

en el Mekong

en el torrente de los nueve dragones

que extiende en el delta su fronda increíble

su diseño de árbol infinito

como si yo mismo hubiese estado ahí alguna vez

bajos sus aguas

o como si hubiese estado oculto, quizá,

entre los grandes platanares de la rivera

con el fusil al hombro

asechando a nuestros enemigos


catorce días estuve a la deriva

en mar abierto

hasta que un buque alemán me rescató

huía de la cárcel y la muerte

me dijo Ahn Penh, el vietnamita

la noche que nos emborrachamos

con Ruou

y tequila


ahora, después de todo eso, mi mujer me abandonó

y vive en otra patria con un extranjero

veo a mis hijos

sólo una vez al año

y estoy solo

profundamente solo

y triste

me dijo Ahn Penh

y un llanto profuso

bajaba por su cuello

hasta humedecer su camisa


¿crees que se pueda ser feliz

más de una vez, sobre la tierra?

―dijo al fin―


―No―

esa fue mi respuesta


pero eso sucedió hace tiempo

ahora

uno al lado del otro

en silencio

vemos los carros alegóricos

avanzar entre la muchedumbre

como gigantes torpes

y hermosos


las muchachas

silban y bailan

sobre sus sandalias plásticas

y los jóvenes siguen el salto rítmico

acompasado de sus senos

mientras un hombre vomita en una esquina

y las gaviotas pasan

allá arriba, mucho muy alto

sobre todos nosotros


Ahn Penh y yo

uno al lado del otro

no decimos palabra


Ahn Penh y yo

estamos aquí como dos hombres

que una tarde cualquiera

se han reunido en una esquina del mundo

para estar en silencio solamente


y por eso, mientras observamos la vida surgir

de las pequeñas y de las grandes grietas

y pasar frente a nosotros

como un gran carro vistoso y colorido

y luego marcharse, finalmente, en línea recta

hasta desaparecer

sólo aspiramos lentas profundas

bocanadas de humo

y no decimos nada

viernes, abril 13, 2007

Espero a que se parta en dos la media noche

Entonces Josué habló al Señor el día en que el Señor entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de Israel: Sol, detente en Gabaón, y tú luna, en el valle de Ajalón.
Josué 10: 12, 14


Espero a que se parta en dos la media noche
Abigael Bohórquez


O que suceda de pronto

que estoy vivo

terrible e inobjetablemente

y me doy cuenta

que esta noche glacial

y dura

y baldía

sobre la tierra

puede nombrarse

súbitamente

algo que agradecer


¿cómo pudo alguna vez ocurrirnos la pureza?


Yo pregunto también

y entonces busco

como un niño asustado

que corre tras su padre perdido

lo que quede de gozo

entre estas ruinas

y no encuentro

sino un agrio regusto

de orines y cenizas

brotando

inagotable

desde el centro del pecho


me han dicho

que es preciso encontrar

una razón para vivir

que es preciso sujetarse

hacer como que aquí

no pasa nada


me han dicho que dios

no es indolente

y yo a veces lo creo

e intento sonreír

pero no siempre


hay un fruto podrido en la copa más alta

esperando el último descenso


hay un árbol, como debe ser un árbol

que muere de frío:


mira las cosas de la creación

que he dispuesto para ti

para que tú las nombres

y halles en ellas tu contento:


y le llamó a la luz día

y a la oscuridad noche le llamó


escucha, señor, que yo digo también

palabras para nombrar lo que queda

palabras que conmueven

o encienden

o ganan para mí

enemigos gratuitos

odio y hambre

y pena

bajo la extensión de los cielos

sobre la extensión de la tierra

y los océanos

que en un día formaste


escucha, señor, cómo el pájaro de los desolados

canta otra vez

la canción de la angustia

en el centro de mi pecho

donde anida

y arde

y muere

y reaparece

infinitamente

infinitamente

infinitamente

mientras tiemblo


¿dónde, padre, podré esconderme

de tu ira invencible?


yo digo los nombres precisos

para conjurar este espanto

el juego repetido de las simulaciones

el juego de que quizá sí es posible

ahora sí para siempre

la felicidad

o lo que ello signifique


clamo

por que la luz se mantenga

y la cordura

y elevo mis manos a los cielos

como espadas vencidas

y digo

“detente sol,

detente sol

detente sol”

porque es preciso

―me han dicho―

vivir un poco al menos todavía

y yo quiero creerlo

y me digo

como si fuese yo mismo

ese padre que tuve

y he perdido

“créelo,

créelo,

créelo”


hay que vivir

por lo que quede

y lo que se ha marchado

y lo que duele

y lo que dolerá

y todo eso

que no puede nombrarse

todavía


y me hallo gris y pobre y ciego

y hambriento hasta los tuétanos

y ridículamente avergonzado

de mi propia estatura

y del hambre feroz

y de este miedo


pero hay que esperar que dios deshaga las amarras

no nuestra mano


escucho que alguien dice


―es la voz de mi madre

o de mi padre

o de mi amigo


y retiro la cuerda

que me ciñe del cuello

miércoles, abril 11, 2007

He venido a decir

He venido a decir

sin ningún aspaviento,

serenamente,

el ánimo fincado en la tibia placidez

de la derrota

que es esta la noche de la gran desolación


ya lo dijo Pessoa

―me han dicho

de manera burlona e implacable―

“no soy nada

nunca podré ser nada”


y pienso entonces

si es que debo decir de otra manera

este abandono

si es que puedo

autentificar de alguna forma

la originalidad de mi propio desamparo


“ya lo dijo pessoa”

―me han dicho―

y es cierto


¿Cómo entonces comparar esta pobre tristeza

con su descomunal desventura

con su galáctica

infinita desventura?


de pronto,

no ser tan desgraciado,

me avergüenza


pero está bien al fin, por que, a mi modo

yo también,

nunca quise ser alguien


y aunque es cierto que lloré algunas veces

y tuve mis amigos

y mis amores

y luche a brazo partido con la vida

o simulé al menos hacerlo

la verdad es que solamente

buscaba entretenerme


todo ello debió parecer

en su momento

muy realista


es cierto


y aun debí de creerlo

y parecer a veces preocupado

o abatido

o triste

pero era que estaba confundido


nunca quise ser alguien

tan sólo buscaba entretenerme

aprovechar mi tiempo sobre la tierra

el poco o mucho que me fuese concedido

haciendo algo provechoso

o útil

o divertido

hasta que llegase un momento

como éste


así que hice el amor

y la guerra mientras pude

y tuve sueños

y creí en dios

y renegué de él

y dije palabras a mis padres

de las que aún ahora me arrepiento


alguien tal vez me quiso

y yo a él

y fuimos por un tiempo

eso que se dice “felices”


ahora he terminado ya el último bocado

de esta cena

y he pensado de pronto todo esto y otras cosas

así, serenamente


he pensado

por ejemplo

que a los nueve años

hubiese sido improbable en todo punto

desear la propia muerte

o producirla

bajo cualquier pretexto


he pensado

que a los nueve años

nadie puede morirse


el tiempo ha pasado

tan rápidamente

que apenas me di cuenta


y ahora

que soy un hombre

cosas como esas

son posibles

supongo


ya lo dijo Pessoa

“es esta la noche de la gran desolación”

y fue la suya la noche más negra

y triste

y terrible

sobre la tierra


he terminado

mi opíparo banquete

y esta placidez me parece un estado gozoso

que quiero prolongar

con los ojos cerrados


es tiempo


nunca quise ser nadie


y he cumplido